jueves, 17 de septiembre de 2009

CON BUENA NOTA

Querido diario,


Mi popularidad como superhéroe va en aumento! La gente ya comienza a conocerme y a saber de mi misión de “justiciero del bien” en esta ciudad. Y todo gracias a acciones como las que realicé el pasado viernes por la tarde en el centro de Torontontero.


Iba yo paseando tranquilamente después de realizar unas “pequeñas” compras de vital importancia para mi doble vida como enemigo del mal (una emisora Fisher Price: “Pequeños policías” para conectarme a la emisora de la policía local y saber en todo momento qué sucede, el libro “Como hablar en público: auto-ayuda para tímidos frente a una multitud” útil en caso de realizar futuras ruedas de prensa, un kit de maquillaje ultra-rápido Señorita Peppi's para evitar ser descubierto al encontrar parecidos entre el Capitán Chistorra y yo , varias películas de acción para aprender alguna cosilla de mis grandes ídolos (Rocky III, Terminator, Contacto sangriento... 7 novias para 7 hermanos. Esta última es porque me gusta y punto!) y un costurero de viaje, no vaya a ser que en una de mis poses triunfales tras vencer a uno de mis enemigos se vaya todo al traste por llevar un agujero en los pantalones), cuando comencé a notar que la tranquilidad del lugar se veía perturbada por una serie de gritos de auxilio.

A los pocos segundos, la pequeña avenida comercial se veía infestada por una multitud que corría con rostros desencajados por el pánico. Los cientos y cientos de personas que poco antes compraban compulsivamente en los centros comerciales y grandes superficies, ahora abarrotaban la calle principal llevados por un terror de difícil descripción. Pero que era lo que había provocado tal situación de pánico social?

Era el momento de aparecer como Capitán Chistorra y resolver aquel misterio.


Como siempre, tuve serias dificultades para encontrar un lugar que me fuera útil como vestuario improvisado. Finalmente, y para mi fortuna, encontré una ortopedia que había sido desalojada minutos por los clientes y el propietario al tras ver toda aquella multitud corriendo descontroladamente. Me dirigí al probador de artículos de la tienda para ponerme mi uniforme. He de confesar que me hizo cierta gracia el cartel que informaba a los clientes que “Está totalmente prohibido intercambiar dentaduras postizas, ojos de cristal y/o prótesis rectales”. Pero una nueva oleado de gritos ensordecedores me devolvió a mis obligaciones como superhéroe.


Al llegar a la avenida observé la dirección en la que venía la gente. Mi sentido común me decía que debía dirigirme en la dirección contraria a la de la multitud y así encontrar el origen de aquel pánico.

A medida que avanzaba por la avenida, comencé a encontrarme a hombres, mujeres y niños con claros síntomas de estados alterados de consciencia y descontrol mental. Algunos de ellos estaban en el suelo con espasmos musculares, espuma en la boca y ojos en blanco. Otros corrían de un lugar a otro fuera de sí, golpeándose con todo aquello que encontraban en su camino. Otros se habían quedado inmóviles, balanceándose suavemente de un lado a otro, con la mirada perdida y susurrando algo indescifrable. Peor los mas preocupantes eran aquellos que caminaban de forma grotesca, con los brazos encogidos y gritando frases sin sentido del tipo: Jaaaarrrl!!Te da cueng? Po la gloria de mi madre! Pecadoooorrrrl!! Te ha esho daño, fistro vaginaaaaaarrrrrrl! Aquellos gritos me recordaban a alguien pero no conseguí saber a quién.


Pero era momento de utilizar uno de mis poderes: mi superoido!

Algo llegaba a mis orejas, pero no llegué a reconocer qué era en realidad. Bajo lo que parecía un fondo musical, se escuchaba unas voces que decían algo como “a.. itos... a... itos...a... itos... e... azóóóóónnnn...”.

Se me pusieron los pelos de punta al escuchar aquellas voces de ultratumba, pero no era momento de acobardarme. Mi destino como defensor del bien y la justicia me obligaba a continuar adelante y acabar con aquel enigmático peligro que acechaba a los habitantes de Porromponpero.

Avancé unos metros mas hasta llegar al lugar donde parecía ser el epicentro de aquella misteriosa situación. Me encontraba frente a uno de los grandes centros comerciales de la ciudad: el Corte Irlandés. Y si mi oído no me engañaba, aquella melodía terrorífica parecía originarse en su interior.

Me desplacé esquivando decenas de cuerpos inconscientes, con los oídos ensangrentados a causa de de tímpanos reventados, ojos fuera de órbita y extremidades desencajadas por movimientos antinaturales. Era una imagen realmente dantesca.


Pasé de la sección de juguetes a papelería y cada vez sentía aquella música mas fuerte y de manera mas clara. Pero debía avanzar, avanzar, avanzar... Y finalmente, en la sección de lencería, me tope con ellos. Eran Los Tuneros!


Vestidos con sus capas, calzones y camisas negras, cantaban con rostros sonrientes la canción que antes había escuchado pero no había conseguido entender.


-Clavelitos, clavelitos, clavelitos de mi corazóóóónnn...


Por dios, aquello era terrible! La tuna era conocida por ser un grupo terrorista altamente peligroso, capaz de la mas vil de las acciones por el simple hecho de conseguir actuar y cantar sus satánicas canciones. Tras aquellos rostros desconfiadamente sonrientes, pelo engominado y mirada penetrante y orgullosa, se escondían los mas terribles kamikazes de la música.

Y su peligroso repertorio parecía haber dado fruto al ver a toda aquella gente en estado catatónico. Por suerte yo... yo... Maldita sea, aquella música se estaba adueñando por momentos de mi! Notaba como mis músculos se agarrotaban, la vista se me nublaba, perdía el control de mi esfínter... me dominaba la música de Los Tuneros!


-Mocita dame el clavel, dame el clavel de tu boca...


No, no, no... Debía actuar o estaría por completo bajo su poder!

Como pude me arrastré hasta la sección de cosméticos, seguido peligrosamente por el grupo de músicos, y sin prestar atención agarré lo primero que tenia a mano y me lo introduje en las orejas para evitar seguir escuchando aquellas notas del infierno.

El sonido no desapareció, pero perdió gran parte de su poder hipnótico consiguiendo que pudiera pensar con cierta facilidad. Como podía acabar con aquel grupo de villanos?

Uno idea era agarrarlos y arrancarles uno a uno las extremidades evitando que tocaran la guitarra, la bandurria o la pandereta. Otra posibilidad era introducirles sus propios testículos en la boca evitando así que continuaran cantando aquella fantasmal canción. Otra opción era... Y apareció frente a mi la solución: la sección de música!


La mejor manera de acabar con aquella gentuza era de la misma manera que actuaban ellos. “No querías sopa? Dos tazas”.

Comencé a buscar lo que me seria de gran ayuda para acabar de una vez por todas con Los Tuneros. Tenía poco tiempo ya que cada vez estaban mas cerca y el poder de su canción se adueñaba nuevamente de mi.

Un sudor frío me recorría la espalda, mis manos temblaban mientras buscaba y buscaba, Los Tuneros estaban cerca, demasiado cerca...


-Donde estás, maldita sea?!


Y lo encontré!

Puse el volumen a tope, apreté el play y...


Los cuerpos de Los Tuneros comenzaron a hincharse al escuchar la primera de las notas. Parecían globos de feria a los que no se les frenaba la inflada. Primero salieron volando los botones de la camisa y pantalones, después los zapatos se reventaron al no poder soportar la presión de los pies y mas tarde... La piel se estiraba, los ojos salían de las cuencas, la barriga se inflaba... Y puuuummmm!!

Las paredes quedaron estampadas por trocitos diminutos de tuneros, creando un estocado sangriento a base de sangre, carne, piel, órganos... No era agradable de ver pero ciertamente mejor que escuchar el repertorio de aquellos terribles enemigos.


No sé cuanto tiempo estuve en la sección de música, escuchando música de verdad, cuando comenzó a llegar gente de aquí y allí curioseando qué había pasado en aquel lugar. Eran aquellos que habían huido del peligro y ahora querían saber quién había acabado con la terrible amenazaba.

Poco a poco se hizo un corro a mi alrededor. Los hombres y mujeres de rostros agradecidos me saludaban, me abrazaban, me felicitaban, me preguntaban como lo había conseguido, quién era...

-Mi nombre es Capitán Chistorra!

Dios, cuanto había deseado pronunciar aquella frase! Lástima que un chavalin me recordara como había conseguido evitar el poder de la melodía de Los Tuneros en la sección de cosméticos.


-Oye, por que llevas tampax en las orejas?




2 comentarios:

  1. Solo tengo 1 cosa que comentar: Tampax en la seccion de cosmeticos? Tu no vas mucho a hacer la compra no?
    - Hola, los tampax?
    - Si, entre las colonias de CH y el pintalabios a mano derecha... xD

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  2. He de decir, amigo Eric que las grandes superfícies comerciales en Porrompompero siguen una distribución y organización de productos bastante peculiar. Dentro de la sección de cosméticos, ya que ha salido el tema, puedes encontrar desde precinto para hacer un lifting casero a un taladro para los que tengan intención de hacerse un pircing.
    Al lado del café tienes el papel de vater (ya se sabe que despues de un buen café te viene la cagalera...), en "sección juguetes" tienes lo necesario para crear tu propia bomba termo-nuclear y así un largo etcétera.
    Porrompompero is diferent!

    saludos

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