domingo, 23 de septiembre de 2012

LA DESPEDIDA

Querido diario,

Si hay algo peligroso en el sector femenino, es cuando se juntan para celebrar una despedida de soltera.
Ayer mismo, estando en mi turno de guardia de Torontontero y desde la azotea de la biblioteca de la ciudad, escuché el característico sonido de un grupo de mujeres celebrando el casorio de una de ellas. Ya por el sonido, uno puede distinguir de que tipo de fiesta se trata. En este caso: los silbatos, las trompetas de los chinarros y una serie de cánticos que hablan de “como mola, como mola, pá la novia una ola....ooooeeeee!!” o “lo que saca, lo que mete, tiene el chocho de Petete!!”.
 -Aprovecho para saludar a mi padre y a mi madre...

Pero el error que cometieron aquel grupo de escandalizadas mujeres era que se encontraban en una de las plazas más concurridas de la ciudad, donde se reúnen las familias de bien, con su parque infantil para que los niños disfruten de lo lindo, con su grupo de viejecitas que salían a pasear y comentar el último capítulo del culebrón de la primera...
Además, la indumentaria que portaban (no solo la futura novia) no era que se pueda decir...decente. Que si una diadema con penes luminosos, que si vestidos de cerdita, que si unos biberones con la boquilla de prepucio y un etc. de elementos que me obligaron a poner algo de orden.
Gracias a mi poder de pedorreta anti-gravitacional, me lancé al vació desde el tejado aterrizando frente a aquel grupo de alocadas féminas. Mala suerte aplastar a la suegra de la novia, pero a nadie le pareció disgustar aquel incidente...
-Se lo merecía, por amargada!- dijo una de las componentes del grupo.
Frente a ellas, puse mi mejor pode heroica y me dispuse a lanzar uno de mis más mejores discursos sobre el orden, la tranquilidad y el civismo, cuando se lanzaron encima mío gritando salvajemente:
-El estriper, ha llegao el estriper!!
Mal lo pasé para sacarme a todas aquellas mujeres de encima: una que si chupetones, otra que tocándome el culo, otra que me lamía el sobaquillo... locas perdías!!
Lo peor fue la abuela, medio borracha de no sabía que tipo de licor, que no paraba de tirar para abajo mis calzones gritando:
-Saca la churra, saca la churra!!!
-Asaborío!!

Los métodos para acabar con aquel alboroto, reconozco, no fueron los más adecuados... Entre los penes de plástico, el vibrador “Nacho Vidal Total Power”, el látigo de cuero, las botellas de cerveza y alguna que otra pelota de ping-pong que llevaban encima para no sé que juego... pude frenar sus frenesí “sersual” y conseguir que acabaran en urgencias con una buena dosis de tranquilizantes.
Amigo diario, hazme caso: una despedida no es cosa buena... a no ser que la despedida sea la tuya!

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