viernes, 21 de agosto de 2009

EL ESTRENO

Querido diario,


Hoy quiero explicarte la primera gran aparición del Capitán Chistorra. La verdad es que había pensado presentarme a la ciudad de una forma un tanto diferente (anuncios en el periódico, música en directo, fuegos artificiales, venta de camisetas con mi cara, galletitas de chocolate con mi símbolo, sorteo de un jamón de Villaporcinos...), pero el destino quiso que mi estreno fuera en un lugar y a una hora que nadie, ni tan solo yo, esperaba. Te explico:


Salía yo de recoger parte de mi colada semanal de la tintorería “Los lamparones”. No sé si te he comentado que vivo en un piso de 30 metros cuadrados y no tengo espacio para una lavadora. Sí, sí... podría lavar la ropa sucia a mano y tenderla en el pasillo, pero para sufragar los gastos de alquiler me he visto obligado a alquilar el lavabo a un estudiante japonés que esta aquí de intercambio universitario. Soy consciente que el lavabo no es el mejor lugar para dormir, pero el japonés no puso demasiados problemas en ese aspecto. Al ser bajito cabe sin problemas en la bañera, su vestuario es a base de quimonos que poco ocupan y compré una buena cantidad de Ambipur para tener la habitación perfumada. No se puede quejar el Tamagochi! Ah, porque no te lo he dicho: se llama Tamagochi.

Pues bien, como comprenderás era peligroso tener el uniforme del Capitán Chistorra tendido en medio del piso. El Tamagochi podría hacer demasiadas preguntas y sabiendo como son de lanzados para hacer fotos, podría poner en peligro mi identidad secreta. Así que decidí llevarlo a la tintorería y menos preocupaciones. Solamente tuve que aguantar el insultante comentario de la señora que me atendió:

-Mu bonico er bet-tido de drá kuin!


A lo que íbamos, salía yo de la tintorería cuando mi super-oído me puso en alerta. Alguien estaba en peligro y pedía por medio de “auxilios” y “socorros” ensordecedores ayuda desesperada. Dudé unos segundos: acababa de sacar el vestido de la tintorería y ahora podría mancharse. Pero recordé algo que alguien dijo alguna vez: “un gran poder conlleva una gran responsabilidad!”. Seguro, pero lavar la ropa me había costado un güebo!


Pero no, el Capitán Chistorra era el salvador de la ciudad, el defensor de las desigualdades, el luchador contra el mal, el justiciero de...


-Auxilio, socorro, quealguienmeayudacoñoooooo!!


Cierto, no era momento de discursos. Lo primero era lo primero... y lo primero era encontrar un lugar donde cambiarme. Recordé las películas de Superman que había visto de pequeño. El criptoniano se cambiaba de ropa en las cabinas de telefonos. Eso es! Me dirigí a una cabina y comencé a desnudarme, pero un golpe de bolso me frenó cuando estaba con los calzoncillos a la vista.


-Sinvergüenza, asqueroso, maleducado, exhibicionista!


Era una abuela que me insultaba mientras me atizaba una y otra vez con su bolso. Y razón tenía! Con las prisas no me fijé que me estaba cambiando en una cabina de las de ahora, de esas que solo tienen un estante para el teléfono.

Ya no hacen las cabinas como antes...

Recogí como pude mis pantalones y salí corriendo hacia el primer bar que encontré. Por suerte, tenía uno justo al lado, con la entrada adornada por un enorme arco iris y por nombre Sarasa's Disco Pub.

El interior del local era bastante oscuro, sonaba música de Village People y los clientes, todos hombres vestidos de cuero, sonrieron al verme entrar. Me lancé tan rápido como pude hacia los lavabos, me cambié de ropa y salí por la ventana trasera del local. Por fin aparecía el Capitán Chistorra!

(Dar al play para continuar la lectura. Es para darle ambiente)


Afiné mi superaudición para localizar de donde provenía los gritos de socorro. Tres calles mas allá! Salí corriendo en aquella dirección, escuchando a mi paso diferentes tipos de comentarios y carcajadas. No tardarían en saber que aquello no era un ensayo de carnaval sino la llegada de un superhéroe a la ciudad.


Una vez llegué al callejón, epicentro de los gritos desesperados pidiendo ayuda, observé la situación: dos hombres intentaban robar el bolso a una señorita que intentaba defenderse como buenamente podía. Recuperé el aliento después de la agotadora carrera y me dirigí hacia ellos.


-Eh, vosotros! Dejad en paz a la señorita! - dije con mi mas pura voz al estilo Arnold Schwarzenegger (uno de mis grandes ídolos, ya lo sabes).


-Anda, pero si ya ha llegao el sirco a la siudá! Anda mashote, tira pallá y busca a la mujé barbua y os vais a darle peo a un lata!


Sin pensármelo dos veces cogí un contenedor de basura que tenía a mi lado y lo lancé hacia los dos asaltadores usando mi superfuerza. Al caer sobre uno de ellos, estampándolo por completo en el suelo, el compañero se dirigió hacia mí con muy malas pulgas.


-Pero casho-cabrong! Mira lo que ha esho!


Y tenía toda la razón del mundo. Por equivocación había cogido el contenedor de envases y para tal “basura” tendría que haber usado el de materia orgánica! Así que cogí el contenedor que correspondía y me dirigí hacia el segundo atracador sin vacilar.


-Pisha, no me sea asina! Que et-to lo podemo arreglá como la persona sivilisá, coñio!


Y acto seguido aplasté al maleante con todo el culo del contenedor.

Me sentía bien, me sentía a gusto... Era mi primera acción como superhéroe y había salido bastante bien. Reconozco que no era un estilo demasiado fino, pero había funcionado.


Finalmente, se acercó la señorita a la que intentaban atracar para agradecer mi inestimable ayuda. Debo reconocer que era mi día de suerte ya que la primera afortunada de recibir la ayuda del Capitán Chistorra era un “monumento” en toda regla: rubia, labios carnosos, pechos firmes, curvas sinuosas, caminar hipnotizante, voz sen...


-Gracias chato! -dijo con una voz ronca y bastante mas grabe que la mía – Esos chulos me querían quitar lo que llevaba ganado hoy. Oye, como me has ayudado te hago una rebaja en el servicio. 30 el completo y 15 la churrupaíta. Que me dices, guapetón?

No lo parece pero... lo es, lo es...


Fue entonces cuando fui consciente de otro de mis poderes: la supervelocidad!

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