domingo, 24 de junio de 2012

EL ÚLTIMO REGALO


Estoy “casi” oficialmente de vacaciones. Digo “casi” porqué este pasado viernes fue el último día de curso con mis goblins pequeñajos y se dio el pistoletazo a las vacaciones de verano, tan esperadas por todos (menos por los padres!), pero aún me queda una semanita de trabajo donde tendré que ir cerrando temas del curso, ordenar papeles y archivar trabajillos. Pero con muuuucha más tranquilidad que la habitual!
Ha sido un final de curso, como ya es habitual, estresante y ajetreado. Y por mucho que pasen los años, uno no aprende y siempre acaba de culo. 

Por suerte, el último fin de semana, tuvimos la ocasión Miss More y un servidor de aprovechar el último de nuestros regalos de boda (ya hace casi un año!). Este, consistía en una sesión de masaje completo en uno de esos centros de SPA que tan de moda se han puesto. La cosa prometía: el sábado dejamos a los niños con unos amigos, cena romántica, dormidita, nos levantamos temprano para coger el coche y dirigirnos hacía el SPA (está a lado de la playa), paseo por la playita, comida tranquila y de vuelta a casa. Un domingo “fasbusloso”!
Pues todo fue bien hasta... Mejor lo explico!

Llegamos al centro de SPA y nos indican como va todo:

-Tengan la llave de su taquilla, se cambian y vuelven a recepción.

La cosa está clara cuando ves paseando por recepción a viejunos con albornoz blanco, piel tostada y pinta de mucha “pela”.
Vamos al vestuario con la “obligada” foto a todo lo que nos hace gracia (y cuando Miss More dice que “hace gracia todo” es li-te-ral-men-te todo). Taquilla 1. Abro: albornoz, zapatillas, toalla... Y la primera d ellas dudas: vuelvo a recepción en pelotas o me dejo los calzoncillos? En estos sitios nunca se sabe como actuar correctamente y no quedar como un pardillo.
Decido ir con calzones...que se note que “semos” de pueblo!

En recepción nos indican que pasemos a una sala donde podemos tomar un té, un zumo o agua, esperando que venga nuestro “terapeuta”
“Aaaaaaaaltoooo!”, pensé yo. “Terapeuta???, pero no nos iban a hacer un masaje?” Porqué, siendo sinceros, lo de terapeuta suena como alguien que te tiene que poner a tono porqué no estás bien.
Haciendo broma, nos tomamos un zumito de melocotón haciendo gala de nuestra habilidad de mimetización entre tanta tercera edad de poderío económico.

De repente, oímos una voz a nuestra espalda que llama el nombre de Miss More. Nos vienen a buscar los “terapeutas” y... Ooooh, sorpresa! Nos encontramos con una pareja vestida con bata blanca. La primera una mujer y el segundo... un “negraco” (y con todo el respeto del mundo) de casi dos metros, unos brazos como mis piernas, que me dice con voz grabe y extranjera:

-Soy su masajista...me acompaña?

“Como? Que ahora no son terapeutas y son masajistas??” y (y vuelvo a recordar el respeto por todo el mundo), como voy a relajarme con un negraco tocándome “tol cuelpo”. 

Me separan de Miss More (la volveré a ver algún día, pienso) y me meten en una sala con una camilla. Olor a incienso, música tranquila, velas... “Este no ha venido a hacerme un masaje”, pienso.

-Le haré un masaje total con un aceite de … (ahí perdí la noción de lo que me decía. Solo pensaba: que sea rápido, que sea rápido...) Póngase el tanga y en 3 minutos comenzamos.

Tanga! Tanga! Aquel trozo de papel con gomas...tanga! La “mare de deu” si uno no sabe donde está la parte de delante y donde la de atrás!
3 minutos! Me lo pongo como puedo, me estiro en la camilla, boca abajo, apretando el culín... “no hay dolor, no hay dolor...”.
Se abre la puerta y la voz del “negraco” me pregunta:

-Está usted cómodo?

“Joder cómodo... no lo sabes tu bien!” pienso.

-Sss...sss...ssssiii...- digo algo acongojado. “Donde me metío!”

-Pues comencemos...

Hala! Y el tío avisa, encima!

 Abre los ojos, abre los ojos... no, mejor no...


Una hora después salgo como nuevo de la sala de masaje. No se lo que me ha hecho el muchacho ese, pero me ha dejado “niquelao”. El tío, venga aceite por aquí, aceite por allá, que si te estrujo la espalda, que si te estiro los dedos, aprieto en las piernas... hasta el culo me toco me tocó!
Al reencontrarme con Miss More, la abracé y casi se me salta una lagrimilla. Había estado tan cerca de la muerte... pero había salido del séptimo cielo!

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