Estoy “casi” oficialmente de
vacaciones. Digo “casi” porqué este pasado viernes fue el último
día de curso con mis goblins pequeñajos y se dio el pistoletazo a
las vacaciones de verano, tan esperadas por todos (menos por los
padres!), pero aún me queda una semanita de trabajo donde tendré
que ir cerrando temas del curso, ordenar papeles y archivar
trabajillos. Pero con muuuucha más tranquilidad que la habitual!
Ha sido un final de curso, como ya es
habitual, estresante y ajetreado. Y por mucho que pasen los años,
uno no aprende y siempre acaba de culo.
Por suerte, el último fin de semana,
tuvimos la ocasión Miss More y un servidor de aprovechar el último
de nuestros regalos de boda (ya hace casi un año!). Este, consistía
en una sesión de masaje completo en uno de esos centros de SPA que
tan de moda se han puesto. La cosa prometía: el sábado dejamos a
los niños con unos amigos, cena romántica, dormidita, nos
levantamos temprano para coger el coche y dirigirnos hacía el SPA
(está a lado de la playa), paseo por la playita, comida tranquila y
de vuelta a casa. Un domingo “fasbusloso”!
Pues todo fue bien hasta... Mejor lo
explico!
Llegamos al centro de SPA y nos indican
como va todo:
-Tengan la llave de su taquilla, se
cambian y vuelven a recepción.
La cosa está clara cuando ves paseando
por recepción a viejunos con albornoz blanco, piel tostada y pinta
de mucha “pela”.
Vamos al vestuario con la “obligada”
foto a todo lo que nos hace gracia (y cuando Miss More dice que “hace
gracia todo” es li-te-ral-men-te todo). Taquilla 1. Abro: albornoz,
zapatillas, toalla... Y la primera d ellas dudas: vuelvo a recepción
en pelotas o me dejo los calzoncillos? En estos sitios nunca se sabe
como actuar correctamente y no quedar como un pardillo.
Decido ir con calzones...que se note
que “semos” de pueblo!
En recepción nos indican que pasemos a
una sala donde podemos tomar un té, un zumo o agua, esperando que
venga nuestro “terapeuta”
“Aaaaaaaaltoooo!”, pensé yo.
“Terapeuta???, pero no nos iban a hacer un masaje?” Porqué,
siendo sinceros, lo de terapeuta suena como alguien que te tiene que
poner a tono porqué no estás bien.
Haciendo broma, nos tomamos un zumito
de melocotón haciendo gala de nuestra habilidad de mimetización
entre tanta tercera edad de poderío económico.
De repente, oímos una voz a nuestra
espalda que llama el nombre de Miss More. Nos vienen a buscar los
“terapeutas” y... Ooooh, sorpresa! Nos encontramos con una pareja
vestida con bata blanca. La primera una mujer y el segundo... un
“negraco” (y con todo el respeto del mundo) de casi dos metros,
unos brazos como mis piernas, que me dice con voz grabe y extranjera:
-Soy su masajista...me acompaña?
“Como? Que ahora no son terapeutas y
son masajistas??” y (y vuelvo a recordar el respeto por todo el
mundo), como voy a relajarme con un negraco tocándome “tol
cuelpo”.
Me separan de Miss More (la volveré a
ver algún día, pienso) y me meten en una sala con una camilla. Olor
a incienso, música tranquila, velas... “Este no ha venido a
hacerme un masaje”, pienso.
-Le haré un masaje total con un aceite
de … (ahí perdí la noción de lo que me decía. Solo pensaba: que
sea rápido, que sea rápido...) Póngase el tanga y en 3 minutos
comenzamos.
Tanga! Tanga! Aquel trozo de papel con
gomas...tanga! La “mare de deu” si uno no sabe donde está la
parte de delante y donde la de atrás!
3 minutos! Me lo pongo como puedo, me
estiro en la camilla, boca abajo, apretando el culín... “no hay
dolor, no hay dolor...”.
Se abre la puerta y la voz del
“negraco” me pregunta:
-Está usted cómodo?
“Joder cómodo... no lo sabes tu
bien!” pienso.
-Sss...sss...ssssiii...- digo algo
acongojado. “Donde me metío!”
-Pues comencemos...
Hala! Y el tío avisa, encima!
Abre los ojos, abre los ojos... no, mejor no...
…
Una hora después salgo como nuevo de
la sala de masaje. No se lo que me ha hecho el muchacho ese, pero me
ha dejado “niquelao”. El tío, venga aceite por aquí, aceite por
allá, que si te estrujo la espalda, que si te estiro los dedos,
aprieto en las piernas... hasta el culo me toco me tocó!
Al reencontrarme con Miss More, la
abracé y casi se me salta una lagrimilla. Había estado tan cerca de
la muerte... pero había salido del séptimo cielo!
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