Querido diario,
Después de observar como las fuerzas
oscuras de Torontontero se subordinaban a los poderes de un grupo de
súper-heroinas que decidieron unirse y actuar como una sola el
pasado día 8 de marzo, día de la mujer trabajadora, demostrando de
esta manera que ellas también saben hacer valer la justícia...
(parada para coger aire...) volvemos a tener una avalancha de
villanos en la ciudad.
-Qué tendrán ellas que no tenga yo...
Los “cabeza-felpudo”, una pandilla
de macarrillas fáciles de reconocer por ir todos con el mismo
peinado a lo “cepillo dientes”, enseñando medio culo
colconcillero, y con un ritmo amortiguador en sus andares, han vuelto
a las andadas. Ayer, justamente, tuve que poner paz en un encuentro
entre bandas. Pero no por la violencia que en ella podría darse
cabida, sino por el curioso método de enfrentarse entre ellos.
La cosa va de poner la música del
móvil a toa leche y demostrar quién jode más al personal que pasa
por allí. Porqué mira que es de ser tarugo, darle caña a la música
del teléfono, o del coche o de lo que sea, demostrando no sé que a
todo el que pase a un radio de 2 kilometros del energúmeno en
cuestión. Que alguien me diga qué ganan con este “modus
operandi”? Demostrar que el SONOTONE aún es necesario hoy en día
o provocar el espíritu científico de la población torontontera e
motivar a la experimentación de introducir un fabuloso iphone por el
culo del propietario al ritmo de chumba-chumba?
Por otro lado, nuevos especímenes de
camaleónicos “vende-flores” afloran por doquier en nuestra
ciudad.
Pero estos actúan de forma algo sospechosa... Puede que, por
ya tener más que asimilada e interiorizada nuestra negativa a su
negocio de pasar mesa por mesa de los locales, utilicen una
intrigante y desconcertante técnica de compra-venda. Me explicaré:
estás en una terraza tomado un refresco, el “vende-flores” se
acerca, pero antes de poder decirle que “no, no compro”, el
vendedor ambulante cambia inesperadamente de dirección (siempre con
una sonrisa en el rostro) y se dirige a otra mesa para actuar de
igual manera. La cosa es que deja a toda la clientela de la terraza
con el “no, no compro” en la boca. Eso y una sensación de “este
no ha venido a vender y me ha tomao el pelo!”.
Y ya temo la llegada de las primeras
“Ombligueras visibles” y su mortífera técnica de enseñar tan
sinuosa parte de la barriguilla a curiosas miradas lascivas...
sluuurrppp!!!
Lo de la música a toda leche no estaría del todo mal si fuese algo medio escuchable. Pero poner a Bustamante merece la guillotina.
ResponderEliminarUn saludo del equipo de noveldaytantos.