Cuando uno entra de lleno en
vacaciones, habitualmente, sucede que los primeros días acaban
siendo aquello que los científicos etiquetan como los B.P.D. o “Big
Perruno's Day”.
Este síntoma se caracteriza en que
durante un periodo que puede establecerse entre dos días y un mes,
un individuo se puede dejar llevar por sus instintos más perezosos y
entrar en un bucle donde la dejadez es el máximo exponente.
No afeitarse, dormir demasiado, ponerse
cualquier cosa para tapar únicamente sus “partes”, echarse en el
sofá de forma catatónica, hacer zapping descontroladamente,
rascarse continuamente los “güevecines”, comer lo primera que se
encuentra en la nevera (incluso aunque esté caducado...) y u largo
etcétera de ítems que nos señala claramente la llegada del B.P.D.
Me animo a centrarme en la parte que
hacer hincapié en la alimentación. Llevo dos días de vacaciones
oficiales y me “zampao” tal cantidad de porquería y he comido
tanto que comienzo a estar preocupado. Qué puede pasar si continuo a
este ritmo dentro de un mes? Estaré “fondon-fondon”!
Que si hoy comemos fuera porqué hay
que celebrar que se acabó el curro, que si heladito por la tarde,
que si bolsa patatas y cervecita, que si cena de empresa, que si
palomitas con los ñajos, que si almuerzo de los buenos para tener
energía para...la siesta?, comida completa que nos invita la
suegra... y además no quemas nada!
Nada, que tendremos que ponernos
ciertas normas para llevar un mínimo control y no perder los
papeles. E intentaremos seguir con el planning de entrenos para
carreras, que si nos “perdemos” tendremos la media maratón de
Behobia encima y estaremos hechos una piltrafa. Lo que cuesta es
salir a correr con estas calores...
Pero bueno, el control gastronómico
tendrá ciertas excepciones:
- que nadie me toque las patatas bravas...
- ...y el helado de después de comer...
- ...y las olivitas del vermú...
- ...y la cerveza?...
- ...y...
Mierda, esta va a ser más duro.
Comenzaremos por comer de todo, pero
sano. Hoy: tomates!
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