domingo, 16 de mayo de 2010

MIS VACACIONES (parte II)

Querido diario,

Tras aquella noche de sexo desenfrenado, explosivas experiencias sensoriales desconocidas para mi, nuevas e impossibles (creía yo) posturas y juegos eróticos de alto grado de satisfación... me despedí de Alessandra. Un beso y... 700 euros menos! Y es que todo tiene un precio en esta vida.
Después de un almuerzo ligerito, me dirigí a la estación para coger el primer tren destino Firenze (Florencia).

La ciudad a rebosar de turistas (entre los que me incluyo yo mismo) con nuestra cámara de fotiquis, el plano de la ciudad siempre con el dedo marcando el punto del "Usted está aquí" (y que casi siempre marca un lugar equivocado) y la cara de pardillo al pensar qué pasaría si alguien te roba la cartera aprovechando tu relajado estado vacacional.

Por suerte, me enganché a un grupo de turistas japoneses que seguían sin rechistar a una guía que, paraguas en mano, nos llevaba de aquí para allí como si fueramos un rebaño de innocentes ovejas.
De entender... no entendí demasiado, pero las risas que nos hicimos al llegar al museo donde tienen expuesta la majestuosa escultura de David.

Que si el Yamabuki tiene la chorra mas pequeña que el famoso David, que si el Susuka la tiene mas blanca, que si a la guía "le pone" ver esculturas en bolas como aquella... Buenoooo, no veas lo cachondos que son los "japos" cuando les dejas un poco de libertad!!

-Chin guon inosuke!- dijo uno.
(Risas)
-Shu-yo teka unusaru mikato- dijo otro.
(Mas risas)
-May ta inosuke mashe aremi yong?- dijo el primero.
(Silencio)
-Mae tito shune uruloki sate yuno!!- continuó el primero bajándose los pantalones como queriendo demostrar algo. Y todo el grupo de turistas de ojos rasgados, comenzaron a gritar animadamente:

-Malikita, malikita, malikita...!!! (eso sí que lo entendí)

Y ya ves a los agentes de seguridad del museo corriendo detras de un japones en bolas, chillando algo que solo sus compañeros entendían, haciéndoles realmente mucha gracia.
Fue en este momento cuando me llegó el turno de la petaca de sake que los japoneses de pasaban de mano en mano, dando un largo trago después de cada foto. Así no me extrañó que todo el día tubieran la sonrisa en el careto!

Tras pasarnos las direcciones (que por cierto no entendí ni un "pijo" con aquellos símbolos y dibujillos extraños), me dispuse a volver al hotel sabiendo que un nuevo peligro me podía hacechar: el recepcionista sediento de sexo!

Al llegar me encontré al hombrecillo, bestido al mas puro estilo salsero,ombligo peludo al aire, con un par de maracas en las manos, sombrero lleno de frutas, purpurino en las párpados y haciendo una señal a su ayudante para que diera al PLAY del equipo de música, comenzó a cantarme...



Lo que sucedió después... te lo explicaré mas adelante, amigo!!

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