Querido diario,
La lucha por el bien en Torontontero no
tiene fin. Y no da tregua, cagonlaleche!
Ya llevamos unos años en esto de ser
un justiciero anónimo, pero aún me sorprende la maquiavélica y
oscura mente que rige los actos de aquellos que desean el mal para
los habitantes de nuestra querida ciudad.
Si hace unas semanas te narraba mi
encuentro contra Nazareno Man, hoy te explicaré los encuentros a los
que he tenido que hacer frente estos últimos días.
Para comenzar, la ciudad fue invadida
por un ejército de personajes extravagantes, anómalos, extraños,
incalificables, desgarbados, sospechosos... un ejército de:
payasossssssss!!!!
Bueno, no todos eran payasos. Entre
ellos podías encontrar titiriteros, animadores, malabaristas, magos,
músicos, acróbatas, etc. Y es que, en la ciudad, se celebraba
durante todo un fin de semana una muestra de espectáculos infantiles
y juveniles.
Y se podría pensar que no hay peligro
alguno en este acto dirigido a los más pequeños de la ciudad... y
una mierda pinchá en un palo!
Bajo el maquillaje, el brillante
vestuario, la música animada y la eterna simpatía de los artistas,
se esconde la voluntad de dominar al futura de nuestra humanidad y
achicharrar sus inocentes mentes como si fueran tacos de mantequilla
metidos en un microondas. Porqué, aunque hay muchos de estos
espectáculos que valen la pena (y mucho), otros se obstinan en
tratar a los peques como auténticos imbéciles y “atontaos”. No
hay cosa que me dé más rabia que ver un espectáculo infantil donde
los actores se dirigen a los niños de forma
“desmesuradamente·infantiloide”. Algo del tipo...
-Holaaaaaa
pequeñiiiinnneeeeeessssss!!!!
-... (silencio incómodo donde los
niños piensan mirando a un lado y a otro: me lo dice a mí?)
-Holaaaaaa, no ha venido nadieeeeeee???
-... (segundo silencio donde los niños
piensan: sí, creo que este tiparraco habla con nosotros...vaya
pena!)
-Hemos venido mis amiguitos y yo, a
pasar un rato super-mega-tope-guay con vosotros. Okeeeeey??
-... (super?...mega?...tope?...guay?...
Leticia Sabater no había muerto de sobredosis?)
-Pero si viene el Malo Malote, nos
tenéis que avisar, porqué no quiere ser nuestro amiguito y nos
quiere “chafar” la fiesta...
-... (una manta palos te daba yo y
listos!)
(aparición del Malo Malote, que es lo
más parecido a un cobrador de seguros con almorranas y resaca
kalimocho)
-Si viene, gritáis bieeeeeennnnn
fuerteeee...
-...
(el Malo Malote se va acercando a divo
del espectáculo...pero nadie dice nada)
-Lo veis por algún ladoooooo???
-...
-Nadie la veeeee???
-Papá, sácame de aquí o le cuento a
mamá lo de la “misteriosa reunión individualizada” con la profe
de gimnasia!!
Lo mío me costó, pero poco a poco,
conseguí un dar un giro al objetivo de los “Pallasetes”
utilizando una de sus tácticas. Recordé una de las canciones que me
cantaban cuando era pequeño y que, por suerte, puse de moda en los
círculos infantiles de Torontontero. Algo como:
Tchs, tchs...silencio en la sala
que viene Kubala,
con una chavala
que tiene las tetas
como una campana!
Corto, simple y efectico. Como el
chiste de “Oye, te gustan las mujeres con muchas tetas? Hombre, si
tiene más de dos me da asco”.
Andeluego, una ataque de insolación (a
resultas de mi actos heroicos) me dejó en “stand by” durante un
par de días. Mareos, dolor de cabeza, ganas de vomiteras, flojera de
piernas... pero nada que con descanso, la serie de Juego de Tronos,
buena lectura y un sofá al lado de una ventana soleada, pueda
arreglar. Pero necesitaba un reconstituyente altamente
carbo-hidratado... un cocido en toda regla y bien “cargao” para
recuperar lo perdido en tal estado enfermizo.
Y lo último: una nueva horda de
invasores extraterrestres llegaron a nuestro planeta con ganas de
(como siempre) dominar a toda la humanidad. Su aspecto era de lo más
escalofriante: piel verde, ligeros de ropa, grandes atributos, ropa
de color lila...
El problema es que no había recuperado
mis poderes al 100% y veía la derrota al caer. Pero alguien me hecho
una mano, destrozando la nave alienígena en pleno vuelo. Quién?
Aquí lo tenéis...
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