En lo que llevo de carrera como super-héroe, me he tenido que enfrentar a las más de mil maléficas y endemoniadas maquinarias para realizar el mal. Recuerdo el robot asesino de alocado Evil Mecano, o aquel coche poseído por el demonio (...Crhistin me parece que se llamaba), o el comando Nenuco con sus despiadadas torturas a los niños de Torontontero, o los supositorios Mega XXXXL de Doctor Almorrana... Todos ellos, cierto es, cargados con la mala saña de quién quiere procrear el dolor por toda la humanidad.
Pero el pasado jueves, pude comprobar en mis propias carnes que el peligro acecha en cualquier objeto, por insignificante que pueda parecer. Sí, amigo, fui atacado por...
LA CHANCLETA ASESINAAAAAARLLLLL!!!
Salía yo tan campante de casa de los suegros, cuando mis chancletas perdieron su capacidad de adherirse al suelo del escalón por completo. El resultado, a parte del escándalo ruidoso que provoqué (con la pertinente salida de la suegra al rellano diciendo: Cá pasao?!), una monumental caída en toda la escalera. Daño? Esta vez poco, gracias a mis sentidos felinos que ayudaron a parar el batacazo que hubiera sido.
Lo malo es que a los 5 minutos fui a visitar a Jorge y Ali a su piso nuevo. Todo iba perfecto: el piso grande, chulo, buena vista, Jorge de vacaciones (sinónimo de buen humor), Ali contenta imaginando sus churumbeles por aquí y por allí... “Nada”, dije, “que tengo que irme”. Y por las escalera...
Anoder taim... de seim, o que es lo mismo: otra vez lo mismo!
Primer tramo de escaleras... bien, pero en el segundo tramo... PATAPAM! Peazo cebollón me pegué por culpa de la p*ta chacleta de los c*j*nes! Resbalé todo lo largo (?) que soy, cayendo de espalda sobre los escalones del edificio. Pero algo peor que el dolor podía sucederme: que Jorge abriera la puerta y me viera de bruces en la escalera.
En la vida pueden sucederte cosas malas, pero si las vé Jorge... apaga y vámonos! Todo y siendo buena persona, tiene la capacidad de poder “maquillar” un suceso y recrearse de manera desmesurada. Si hubiera visto a Capitán Chistorra en el suelo, a los pocos segundos aparecería una nueva entrada en su blog notificando el suceso bajo un espectacular título de “La caída de los poderosos” o “Hostión por todo lo grande” o algo por el estilo.
O sea que, como pude, me levanté con el cuerpo dolorido y continué como si nada hubiera sucedido. Pero a los 4 escalones... PATAPAMdenuevo!
-Mecagoenlomásagraoyalputoinventordelachancletadedeo!
Otra mega-caída en las escalera, peor que la anterior, en la que acabé con el codo hecho trizas, herida sangrante en el talón, golpe en las costillas y, el peor, mi honor por los suelos al pensar que una puñetera chancleta de 5 euros había conseguido acabar conmigo.
-Te vas a matar!!
Oí en la escalera. “Mierda!”. Era Jorge que aparecía en el rellano al escuchar, o mis gemidos de dolor o la ruidosa segunda caída.
-Ná, que me resbalao! Estoy... hummmf... bien. Nos vemos...
Pude salir airoso de aquel suceso, creo, de manera normalizada. Eso sí, con las chancletas en la mano, bajando las escalera descalzo y con dolor en todo el cuerpo.
Una muestra más, querido amigo, que el peligro tiene muchas caras y puede esconderse en el más insignificante objeto cotidiano.
JUA JUA JUA JUA JUA ¡Pero de verdad te pensabas que fue casualidad! ¿Crees que no he rociado mi escalera con repelente antijusticieros mallosos? ¿Qué sería de la guarida del malo sin mecanismos de defensa? JUA JUA JUA JUA JUA
ResponderEliminarP.S. La palabra de verificación que me ha salido ha sido "cagoen" que es lo que debiste pensar...
Cierto: "cagoen" tó lo que se menea!!
ResponderEliminarVaya dos castañazos que me pegué. Pero poco a poco me recupero y preparo como acabar con tu escondite "no tan secreto". No te fijaste que analizaba los puntos débiles de la guarida y como destruir tu sede del mal? Lo de la escalera... se me pasó por alto!
Saludos y pajillas