Y la cosa no ha sido fácil, no os creáis. Par comenzar, un grupo de salvajes padres de familia (padres de los compañeros de escuela de Piltrafilla), nos secuestraron a mi y a Miss More para ametrallarnos a base bolitas de pintura con la excusa de jugar a paintball. Por si esto fuera poco, nos disfrazaron de toro y vaca para hacer la diversión más entretenida.
Más tarde, nos volvieron a cambiar de vestuario para (oh, por diossss!) ponernos, a Miss More, un “elegante y moderno” vestido blanco de novia y a mi un “actual y estrenado” traje de novio (lo de actual... era actual si estuviéramos en 1975!).
Tras la obligada sesión de fotos envueltos en risas despampanantes, nos invitaron a una suculenta comida típica de Torontontero: una calçotada y botifarrada.
A decir verdad, fue un secuestro muy divertido y recordado durante días y, seguro, años por delante.
Durante la semana previa a todo el tinglado de la boda... lo resumo con esto:
Jodeeeeeeeeeeeerrrrrrrrr...
La comilona, las sorpresas, el vestuario, las chorradas que teníamos que hacer, el kit bodorrio, el regalito a la familia, ir a los chinos por los anillos, los disfraces para la animación, el guión de la fiesta final, el montaje musical, hablar con el padrino, el ramo de golosinas, confirmar la gente que viene... Jodo, y eso que todo comenzó con la firma y un pica-pica!
Suerte de mi club de fans que me ayudaron muchísimo.
El día de la boda, en sí, lo resumiré mañana. Requiere tiempo para meditarlo, resumirlo y plasmarlo bien con palabras. Aunque queríamos, y fue, una fiesta sencilla y en familia, son muchas cosas las que sentimos Miss More y yo como para no dedicarle una entrada especial.
Entonces: con esto y un bizcocho...
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