Tras el atareado periodo navideño, donde quedé realmente agotado de tanto vandalismo comercial, comidas familiares y grupos organizados de “pajes borrachos repartidores de regalitos no aptos para menores”, quería tomarme unos días de descanso y recuperar algo de fuerzas. Pero el mal no entiende de vacaciones ni descansos.
No había pasado un un par de días cuando, gracias a mi super-oído, pude escuchar la frecuencia de radio de las fuerzas del orden de Torontontero. En ella escuchaba lo siguiente:
-Puedes repetirme lo que me has dicho... cambio.
-Que aquella zagala tenía un par de peras mas grandes que...
-Cambioooo!!! Que me cuentes lo de antes... cambio.
-Lo de esos tipos vestidos de colores que van por los parques repartiendo drogas a los chavalines para dominarlos y obligarlos a realizar robos, secuestros y demás cosas “chungas que te cagas”? Puessss... no me acuerdo... cambio.
-Entonces... sigue con lo de las peras que es más interesante... cambio.
-Pues la tía las tenía del tamaño de...
Ahí perdí la conexión. Pero había escuchado suficiente: una organización que distribuía estupefacientes a menores consiguiendo implantar el desorden en la ciudad. Eso era trabajo para Capitán Chistorra!
Realicé un barrido de vuelo por todos los parques para encontrar, según la descripción de la policía, un grupo de hombres vestidos de colores. El problema e que encontré de todo menos colores: parejas dándose el revolcón mientras realizaban profundas exploraciones bocales, jubilados intercambiándose las dentaduras postizas, madres precintado a sus hijos al columpio para tener unos minutos de tranquilidad, jovenzuelas comentando las últimas noticias de sus ídolos salidos en el SUPERPOP... pero tíos de colorainas... no!
Cuando comenzaba a darme por vencido, vi lo que parecía el retorno de la ultratumba del grupo musical de mi infancia Parchís. “Cagaté lorito, que si vuelve Parchís tendremos problemas con Enrique y Anna y el Barco de Chanquete!” pensé para mis adentros. Pero no, era algo peor.
-Alto ahí, malditos frikis salidos del PANTONE!
-Pues anda que tu... si pareces el hermano gordo del “Último héroe americano”!
-Eeeehh... a lo que iba: acabad de una vez por todas con vuestros propósitos de dominar a los pequeños de la ciudad utilizando vuestro arsenal de drogas blandas.
-... nop!
-Qué? Que no? Pues “es la hora de las tortas”!
Y pim-pam-pum, comenzó una batalla campal entre aquellos cuatro drag-queens infantiles y un servidor.
No era moco de pavo enfrentarse a aquellos tipejos, ya que mientras uno utilizaba el artilugio que tenía implantado en su cabeza, otro se lanzaba a canturrear con voz infantil algo en la oreja que me sacaba de quicio. Lo peor fue cuando se ponían de acuerdo y realizaban un ataque colectivo a la vos de “un abrazo!”. Pero finalmente, utilizando ataques aprendidos viendo Mazinguer Z, Comando G, Dragon Ball, Musculman y el Dr Slump entre otros, y al grito de “Por el poder de Greyskull!”, conseguí neutralizar aquella amenaza y encerrar a los 4 bellacos dentro de un contenedor de materia orgánica.
"Comando G, Comando G, siempre alerta estaaaaaaa!!!!"
Vaya tiempos...
Una vez más, el bien salió vencedor del peligro que acecha desde la oscuridad. Pero no debo bajar la guardia. Sé que un día de estos, mi más temible enemigo saldrá a la luz para enfrentarnos de nuevo e intentar acabar conmigo... No lo conseguirá!
PD: podeis comprobar que he hecho alusión a alguno de los inconos infantiles que marcaron mi infancia. Razón? El pasado viernes 21 fue mi cumpleaños y tenía ganas de recordar una parte de mi vida... nostalgia...
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