Muchos son los enemigos a los que me he enfrentado, muchas las criaturas a las que he tenido que quitar la vida, muchas las catástrofes que he tenido que evitar... pero no he encontrado en la vida un enemigo mas cansino que Niñollorón (sin tener en cuenta a Morcillus, claro está!).
Mi primer encuentro con este individuo, por decirlo finamente, fue el pasado 7 de septiembre. Me dirigía a mi actual trabajo, una empresa que se dedica a comprobar que en los paquetes de sopa de letras estén todas y cada una de las letras del abecedario, cuando escuché unos gritos desgarradores.
-Socorro, auxilio, ayudaaaaarrllll....!!!
Sin dudar ni un instante, puse en marcha mi superoído para averiguar de donde provenía aquella señal de SOS. El origen: una escuela.
Recordé en aquel momento que el curso escolar comenzaba aquel mismo día y que todos los niños de Torontontero iniciaban un nuevo curso con aparente alegría.
Todos, todos... no.
Entre un par de coches, me cambié de vestuario escuchando como un niño le decía a su madre:
-Mamá, ese gordo enseña el culo.
-No seas maleducado Manolín: se llama “trasero” y no “culo”!
Volando raudo y veloz, me planté en el patio del colegio y me dirigí a la primera maestra de la escuela. Esta me dijo que el peligro estaba dentro, en una de las clases de parvulario.
-Quédense fuera, el Capitán Chistorra se encarga de esto!
Entré en el edificio y observé que los pasillos estaban vacíos.
Me recordó a aquellas películas de terror serie B, donde un asesino vestido de payaso diabólico comienza a matar a todo aquel estudiante que pilla en su camino (que por cierto todos son mas torpes que una vieja paticoja por las veces que llegan a tropezarse con cualquier cosa que encuentran) y que acaba con el capitán del equipo de fútbol americano (que por cierto siempre es rubio y con peinado de raya al lado) salvando a la chica animadora de turno (que por cierto acostumbra a ir, la muy marrana, siempre con el mismo uniforme de animadora 2 tallas mas pequeño).
Animadora de peli de serie B... B de Buenorra!
Pues nada, que iba yo por el pasillo y escuché unos lloros descomunales al fondo del pasillo. “Un niño en peligro!”, pensé y corrí como el rayo cual Flash buscando apurado un lavabo público.
Pensaba que la criatura estaría entre las fauces de un monstruo de tentáculos, dientes afilados y 4 ojos saltones. O a punto de ser engullido por un hombre-lobo de garras descomunales y ojos sangrientos. O un grupo de zombies en pleno periodo de “joderquehambrequetenemos”.
Pero al llegar a la clase... solo vi a un mequetrefe de menos de un metro, en medio del aula, con los ojos en lágrimas y bramando como un poseído. Nada mas. Ni monstruos, ni zombies, ni ná!
-Tranquilo pequeño, Capitán Chistorra ya está aquí.
-BUUUUAAAA... BUUUUAAAA... BUUUUAAAAA!!!
Al principio no entendí la magnitud de la tragedia, el porqué de los “socorros” y los “auxilios” de todo el mundo de la escuela. Simplemente era un niño que lloraba. Lloraba fuerte... pero solo lloraba. Pero al pasar un rato junto al chavalín, entendí el porqué de aquellos gritos de ayuda.
Por mucho que le dijera al niño, por mucho que intentara calmar su lloriqueo... era imposible! Cada vez gritaba mas y mas, con un sonido agudo que se te metía en la cabeza creando un dolor intenso, una sensación de cabreo de “porqué no te callas de una vez, joío!”, unas ganas de coger al niñato y...
Estuve toda la mañana con Niñollorón, pero todo intento fue infortunado. Acabé por darme por vencido, era imposible entender como aquel casi metro de carne fuera capaz de llorar tanto y a tal volumen.
Y los mocos... como puede alguien producir tal cantidad de mocos? Pueden llegar a deshidratarse estos mocosos con tanta pérdida de líquido?
Tras comunicarlo al equipo docente del centro cerraron la escuela, con el niño dentro, hasta la llegada de los padres del “sujeto” en cuestión. Era la única solución.
-Pero si en casa nunca llora- decían los padres.
“No te jode! Pues que se quede en casa” pude leer en la cara de todos los maestros.
Desde aquel 7 de septiembre, cada día paso por la escuela para ver como va la cosa con Niñollorón. Y la situación no ha mejorado lo mas mínimo. El chavalín aún llora. Llora que llora sin parar, y yo estoy “desesperao”, no sé qué hacer...
Alguna solución?
Junta las manos como si guardases una mariposa y finge que susurras algo dentro, te acercas al nene y le dices en voz alta que tienes un secreto para él entre las manos. Esperas a que muestre curiosidad, te mirará las manos y aflojará el lloro. Entonces como si le contaras algo megaultrasecreto le dices suave al oído que puede parar de llorar. Si no funciona es que no lo haces bien.
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